Un buen día una madre se encuentra haciendo las tareas del hogar y le encarga hacer la compra a su hijo. Éste vuelve al cabo de un rato sin la compra hecha, sólo había comprado galletas para él. Dice que las galletas son tan completas que llevan todos los ingredientes que tenía que haber comprado. El niño ríe. La madre también. Y son felices.
Una vez un padre entra en la habitación de su pequeña hija. Se encuentra todo desordenado y a la niña comiendo oreos debajo de unas sábanas. El hombre se pone al lado de su hija y le pide educadamente si puede probar las galletas. La niña le dice que no, que son suyas. Ella ríe. Él ríe. Y son felices.
Esta vez hay un niño que llega a su casa con ganas de ir al lavabo. Cuando su madre le abre la puerta descubre que detrás suyo hay 20 niños más con ganas de ir al lavabo. Y todo porque en el baño hay unas toallitas muy suaves. El niño ríe, la madre también. Y son...
Pero vamos a ver, ¿¡qué tipo de anuncios son estos!? Los vendedores pretenden recrear una imagen que a los consumidores les resulte familiar. Pero esto en mi país no pasa. En donde yo vivo, si no le traes la compra a tu madre te ganas una leche (y ahora no me estoy refiriendo a comida). Si no le das galletas a tu padre, él si que te da a ti una buena galleta. Y qué decir del anuncio del lavabo. "Mi hijo está loco" gritaría tu madre mientras te lleva a un psiquiatra. Yo solo digo que como críes igual de mal a tus hijos como los padres de los anuncios, te va a salir uno de éstos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario